lunes, 23 de junio de 2008

El profesor.

Madrid.
Este señor ha sido mi profesor de Arte Contemporáneo durante los últimos cuatro meses. El primer día de clase dijo: "tenéis que hacerme una lista con cuatro artistas del siglo XX que os interesen, y no vale Miguel Ángel porque es del Renacimiento". A continuación dió tres minutos para que escribiésemos, recogió las listas de todos y empezó a leer la primera: "Dalí, Picasso, Gaudí y... Miguel Ángel". Ni se inmutó, el tío; se atusó la perilla y siguió leyendo listas hasta contabilizar tres o cuatro Miguelángeles más. Ahora que ya he terminado su asignatura, supongo que puedo decir que probablemente haya sido el más simpático de mis profesores. Su clase coincidía con mi digestión y cada vez que yo me quedaba dormido, él gritaba más fuerte para despertarme. Un día fui a su despacho y le dije: "mire, profesor, esto no puede seguir así: yo me voy a dormir siempre en sus explicaciones y usted tiene que comprenderlo porque me levanto muy pronto y la comida causa estragos en mi lucidez". El profesor me dio una palmadita en la espalda y parpadeó despacio, comprensivo: "¿cómo se llama usted?", me dijo. Y a partir de aquel día siempre se dirigía a mí por mi nombre durante la clase. Hay muchas más cosas que me encantaría contaros, pero voy a quedarme sólo con una: en más de diez años de universidad, este profesor ha sido el único que me ha pedido un trabajo artístico para evaluarme. Y, aunque sospecho que es escandalosamente poco riguroso, me lo he pasado fenomenal haciéndolo. ¿Qué me decís de vosotros? ¿Habéis tenido algún profesor memorable en vuestros chaflanes?

16 comentarios:

NáN dijo...

Yndurain el Joven (murió poco después de el Viejo).

En una clase preguntó, "¿En qué se diferencia una novela corta de una larga?".

Uno, que ahora es vicerrector de una Universidad, contestó: "En que la corta tiene menos páginas".

"Es una perspectiva excelente", respondió el profesor, "pero para ser válida requiere más precisión. ¿Me podría decir a partir de qué página pasa de la una a la otra?"

Y así todo.

chicoutimi dijo...

Me gusta mucho que le dediques un post a tu profesor, Rfa. Para mí hay mucho de generosidad y amor en el acto de enseñar, pero en España por desgracia la figura del profesor está algo denostada; su valía se suele medir por la longitud de las vacaciones de sus alumnos (que no las suyas).
Yo he tenido la suerte de encontrarme con profesores estupendos en casi todas mis etapas como alumna. Durante mi estancia en la Universidad de Murcia, te podría decir no sólo un profesor, sino uno por año que me pareció un verdadero maestro.
Pero de todos me quedo con el Catedrático de Fisiología Juan Antonio Madrid.
Puedo escribir un auténtico ladrillo de comentario enumerando las razones por las que le admiro (le admiramos, porque es un sentimiento bastante extendido entre sus alumnos), pero resumiré en que es un profesor excelente, que disfruta enseñando, y mostraba siempre un gran respeto por nuestros comentarios por absurdos que fueran. Con una curiosidad inmensa y que hace que cualquier cosa que cuente parezca interesante. Un maestro.

mikto kuai dijo...

Me encanta la foto Rfa. Yo intento recordar algún profesor que me haya dejado huella y casi no encuentro. Si me quedo con alguno lo haré con mi profesor de alemán por estas tierras berlinesas, si no fuera por él probablemente hubiera tirado la toalla con este idioma cuando iba a clase. Cuando ves a un profesor que disfruta enseñanado, como dice chicoutimi, y encima lo hace bien, para qué quieres más, ya sólo hace falta tu esfuerzo y el aprendizaje es brutal.

Creo que ser buen profesor es muy difícil, tiene que ser vocacional, como el doctor, si no mejor dejar esa profesión para otros que verdaderamente la aman. Un monumento a todos esos había que hacer.

Rfa. dijo...

NàN: Como siempre, tu historia es brillante. Me encantaría ser capaz de contestarle a la gente con tanta elegancia como ingenio. Y que conste en que lo digo tanto por el profesor de tu historia como por el alumno.
Chicoutimi: Me alegro de que te guste que haya publicado un post sobre un profesor. ¿Sabes qué es lo mejor? ¡Que él tiene la dirección de este blog! ¿Te imaginas que un día entra y se ve aquí, con tanta gente opinando? Por si acaso... ¡hola, señor profesor! ¡Es usted un tipo genial!
Mikto Kuai: Je, je, sabía que ibas a hablar de tu profe de alemán. En parte, por eso he publicado este post, para que nos contases lo mucho que has disfrutado con él. No podía ser que sólo yo, como amigo, hubiese compartido esas impresiones tuyas tan positivas.

Alis dijo...

Yo recordaré siempre a mi profesor de historia y de arte en la secundaria, "el Pertierra". Era un señor que, en un ámbito tan embrutecido como es el instituto, se empeñaba en enseñarnos, si no arte, a tener sensibilidad. A nosotros, y sobre todo a los chicos, ese "aprender a ser sensibles" nos sonaba un poco a cursilería, pero santa razón que tenía el buen hombre. A él le debo, por cierto, la vocación para mis estudios posteriores.
En la universidad me he encontrado con muchísimos profesores y profesoras a los que he admirado mucho, pero creo que en mi caso no valoro tanto eso que decís de disfrutar enseñando, que también es muy importanto, como la valía intelectual. Sin duda, los profes que más me han deslumbrado son aquellos que dejaban a su auditorio con la boca abierta cuando analizaban una pintura o un edificio, aunque no se aprendieran ni por asomo el nombre de sus alumnos.

Walter Kung Fu dijo...

Yo, que soy de ciencias, disfruté mucho de los profesores que me enseñaron letras. En concreto, recuerdo dos: uno de CC de la Información que fumaba en pipa y que me enseñó literatura europea s.XIX y otro de Filología que entraba con un whisky en la mano y que me dió literatura española s.XX. Eso sí, yo acabé fumando cigarrillos y bebiendo gintonic y leyendo en el metro.

rinconete dijo...

Panchito Azamor.

Uno de los mejores profesores que he tenido. Nos enseñaba, o al menos trataba de hacerlo, Historia del Arte en el colegio.

El primer día, ese día injusto en el que cada profesor gana o pierde a su auditorio por el resto del año sin la misericordia de una segunda oportunidad, Panchito sacó del bolsillo de su impecable traje príncipe de gales, un estridente abanico chino y se abanicó un rato antes de explicarnos que formaba parte del movimiento de liberación masculina. En plena dictadura militar, el comentario sonó como una declaración libertaria.

Nuestro primer trabajo práctico consistió en escribir en una hoja de papel ¨En el arte no hay progreso¨ y pegarla frente a nuestra cama, con la obligación de leerla cada mañana. Para ilustrar el punto argumentaba que mientras que la historia del arte es arte la historia de la ciencia es historia.

Es decir que entre Lascaux y Mondrian no existe ningún progreso, al menos artístico.

Pasaron algunos siglos desde que escuché a Panchito por primera vez y aún sigo de acuerdo con él.

d. dijo...

A mí me pasaba un poco como a Walter. En las asignaturas de letras de mis estudios de ciencias sentí flechazos por mis profesores. En concreto con dos: Una profesora de "Renacimiento, de la ciencia al arte" por la que mi admiración casi se convierte en otra cosa. Mis mejillas se incendiaron en un rubor cuando en una clase dijo mi nombre en alto, y me dí cuenta de que se había aprendido mi nombre tras apenas una consulta de pasillo. Luego, un profesor de "Obras maestras de la literatura española", que hacía que los alumnos diésemos la clase. A los cuatro que participábamos nos exprimía las meninges. Con este llegué a quedar para comer paella. El otro día me lo encontré.
Pero uno tiene la suerte de haberse dedicado a la ciencia. Y para eso te tiene que formar alguien. Y durante cuatro años yo tuve la suerte de tener no a un director de tesis, no a un gran profesor, que también; tuve a un maestro.

Rfa. dijo...

Es curioso, pero casi todo el mundo ha tenido un profesor de arte que le ha dejado una huella importante.
Alis: Estoy contigo cuando dices que los profesores que saben son un tesoro escaso, pero también te digo que me da un poco de miedo esa cultura tan de letras basada única y exclusivamente en la erudición. ¿No te parece?
Walter: Yo también tuve a ese profesor de literatura que fumaba en pipa y enseñaba a interpretar las grandes novelas decimonónicas. Con él descubrí a los franceses imprescibles: Baudelaire y Flaubert. Pero si tengo que quedarme con algo, me quedo con La muerte en Venecia, de Thomas Mann, una de las novelas más maravillosas que he leído en mi vida.
Rinconete: No estoy del todo de acuerdo con tu profesor. ¿De verdad piensas que el arte no ha evolucionado nada? Una cosa es que se traten los mismos asuntos una y otra vez, y otra diferente es que a nadie se le haya ocurrido una forma novedosa de tratarlos en dos mil años y pico de historia.
d.: Siempre he sentido envidia de los alumnos que se van de cañas (o de paellas) con sus profes. Pero de tu comentario me quedo con la importancia de un tutor de tesis. Todas las personas que conozco que han escrito una tesis me cuentan maravillas de sus tutores. Debe de ser una relación muy enriquecedora.

Alis dijo...

Me interesa ese tema del progreso en el arte. Estoy bastante de acuerdo con el profesor de Rinconete, pero no interpreto su frase con ese matiz negativo que parece haberle dado Rfa. Efectivamente, me opongo a que se le aplique el concepto de "progeso" al arte, porque éste implica siempre la idea de "mejora". Y para mejorar, se tiene que partir por fuerza de algo peor. ¿Acaso son peores esas pinturas rupestres de Lascaux que los cuadros de Mondrian? Diferentes, por supuesto; pero me resisto a describir esa diferencia como "progreso".
Este concepto en general levanta todas mis reservas. No en vano es el argumento que sirvió al colonialismo o el que hoy esgrimen los antiislamistas.

Walter Kung Fu dijo...

Pues nos mandó leer lo mismo (Las flores del mal, Madame Bovary y La Muerte en Venecia).

rinconete dijo...

De acuerdo con Alis.

Un nuevo conocimiento científico puede anular el anterior (alguien descubrió, por ejemplo, que sorprendentemente la tierra no era plana como algún colega aseguraba)y enviarlo al arcón de los recuerdos y de la historia. Ahi podemos hablar de progreso.

Pero Mondrian, para retomar el ejemplo, no supera la belleza de las pinturas rupestres de Lascaux ni las anula. Cambian las técnicas, incluso pueden progresar (mejores pigmentos, cámaras más sofisticadas) pero el hecho artístico en si, por llamarlo de alguna manera, no progresa.

Alis dijo...

Yo me atrevería incluso a aplicar esto último también a la ciencia, rinconete. En el fondo, deberíamos poner en duda esa certeza que parece tener la civilización occidental de que su ciencia, su sociedad, su sistema político, etc. supone un progreso respecto a los demás países o culturas "menos desarrollados". Por muy burra que parezca al decir esto, opino que tampoco existe "progreso" estrictamente hablando en la ciencia, sino tan sólo caminos diversos. ¿Son realmente nuestras teorías científicas más avanzadas que las de, pongamos por caso, los filósofos griegos o los matemáticos egipcios? ¿O tan sólo son diferentes?

chicoutimi dijo...

En realidad, Alis, nuestra ciencia es heredera de la filosofía griega o de la matemática y la medicina egipcias. La dicotomía occidente-oriente aplicada a la ciencia hace tiempo que pertenece al terreno del tópico. Al menos en el campo biomédico, que es el que conozco mejor. Es cierto que durante un tiempo la ciencia moderna, estandarizada, despreciaba otras fuentes de conocimiento (y yo hablaría más de las tradicionales o populares, con independencia de su procedencia). En todas partes hay soberbios. Hoy, sin embargo, las prácticas de cualquier cultura son observadas y analizadas con atención, con el fin de aunar conocimientos y continuar, sí, avanzando. Porque para mí el progreso de la ciencia es tan ovbio, que argumentarlo me parece casi innecesario. Aún así, voy a señalar que sólo hace 20 hoy no tendríamos estos debates, porque no estamos físicamente juntos; hace 50 años los diabéticos morían, y un diagnóstico de cáncer era lo mismo que un certificado de defunción; y hace sólo cien años entrar en un quirófano suponía correr un gran riesgo de no salir de él. Y no he hablado de otros campos científicos. Yo sí creo que esto es progreso.

Alis dijo...

En el campo biomédico, efectivamente, no se puede discutir la cuestión, por lo evidente de los progresos. Yo tenía en mente las ciencias más "abstractas" cuando he puesto en duda el supuesto progreso de la ciencia. Pienso, por ejemplo, en la matemática, una disciplina tan artificialmente construida que todo en ella son abstracciones y construcciones. Vamos a ver, ¿por qué dos y dos son cuatro? No me negarás que los axiomas absolutos de ciertas ciencias son convenciones absolutamente arbitrarias. Y sobre ellas se funda la supuesta superioridad de la ciencia occidental (o de la ciencia moderna, si dices que esa diferenciación occidente-oriente ya no existe).
Un matemático, por supuesto, siempre negará esto. Pero yo (y conste que reconozco mi absoluta ignoracia en el campo científico) opino que la razón por la que nos resulta tan difícil cuestionar estas cosas es que convenciones como ese "dos y dos son cuatro" son tan poderosas que nuestro mundo se tambalearía si las pusiéramos en duda.

chicoutimi dijo...

Yo también tengo que confesar mi ignorancia en esos terrenos científicos, Alis, porque mi formación en Física o Matemáticas no pasa de lo clásico. (Yo suelo decir que me resulta más fácil creer en Dios que en las Supercuerdas.)
Sin embargo, me inclino a pensar que los axiomas (a veces dogmas) científicos se aceptan porque funcionan, más que porque se consideren verdades absolutas. Nos permiten construir megaaviones y nanoordenadores y eso es lo que cuenta. Yo creo que si una teoría que declarase que dos y dos son tres nos permitiese contactar con los marcianos, la comunidad científica la acogería con devoción.
Los científicos somos de naturaleza fiel, pero sólo hasta que encontramos algo mejor...;-)