En su último libro, The life and times of the thunderbolt kid, Bill Bryson recuerda y homenajea la ciudad de su niñez, Des Moines -Iowa- en los años 50, y además de ofrecernos multitud de momentos divertidos, nos deja este nostálgico final, que no ha podido pasar por alto en eleganTe chaflán, cuya razón de existir es compartir lo que hace a nuestras ciudades únicas y especiales [el libro está en inglés, así que me arriesgaré con una traducción un poco libre]:
"Desde luego, buena parte del Des Moines en el que crecí ya no existe. Los viejos cines del centro fueron los primeros en desaparecer [...] Ahora, si quieres ver una película tienes que conducir a las afueras, al centro comercial, donde podrás elegir de entre una docena de películas, pero siempre en una pequeña pantalla [...]
Todas las tiendas del centro cerraron una a una [...]
Así funciona el mundo, por supuesto. Nos deshacemos de nuestras posesiones. La vida sigue. Pero a menudo pienso que es una pena que no hayamos mantenido las cosas que nos hacían diferentes y especiales en los 50. Imagina esos cines palaciegos del centro, con sus enormes pantallas y decoración egipcia, pero reavivados con excitante sonido Dolby y brillantes animaciones por ordenador. Imagina tener todos los establecimientos en el corazón de la ciudad, sintiendo el aire fresco y la luz del día al pasar de uno a otro [...]
Ése sería un mundo maravilloso."
Seguro que todos echamos de menos algún local que contribuyó a nuestra felicidad en algún momento, y cuya desaparición era algo inconcebible hace años. Hoy quizá sea una inmobiliaria, una oficina bancaria, o quién sabe, incluso un nuevo sitio especial.
domingo, 20 de enero de 2008
La ciudad global
Publicado por
eleganTe chaflán
a las 20:15
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6 comentarios:
No desopilante.
Horripilante.
He ido muy pocas veces a un cine de un centro comercial: no tengo coche y puedo vivir sin las películas que ponen en las grandes superficies. En Madrid (todavía) no es un problema, pero en ciudades más pequeñas como Albacete los únicos cines que quedan están como a 5 ó 6 kilómetros. Es una pena, nombres como el Capitol o el Palafox siempre me traen un montón de recuerdos.
Jeje, pero como Rfa. supondrá, el sitio que más echo de menos es el Madrid Rock de la Gran Vía. Cada vez que paso delante del Bershka que hay ahora no puedo evitar pensar que Madrid se está convirtiendo en un poblacho grande.
Parece que los cines son siempre los primeros en caer. En Murcia también se inició esta tendencia, aunque afortunadamente parece que se frenó (al menos por el momento). Desapareció un cine y se cerraron tres salas de otro, pero por suerte un tercero (el único en el que se pasaban películas en VO, además) se salvó al ser comprado por el gobierno de la comunidad y convertido en la filmoteca regional.
Yo también echo de menos Madrid Rock. Aunque no vivía en Madrid, era visita obligada cada vez que iba a la capital. Allí me compré mi primer disco de David Bowie y de Joy Division...Ay, una pena.
Pues yo que siempre he vivido en Madrid creo que habré entrado al Madrid Rock dos o tres veces a lo sumo, pero desde luego era punto de encuentro para todas las quedadas en la zona y también, como vosotros, noté su ausencia.
Mi lugar desaparecido es un restaurante en el paseo marítimo del pueblo donde veraneaba de pequeña con mis padres. El restaurante se llamaba el Hostal San Miguel y era donde hacían las mejores paellas de la zona y donde el limón helado lo servían a la temperatura ideal. Era un sitio estupendo, con el mar y la playa cerca para las largas y aburridas sobremesas de los mayores, con sillas y mesas altas de madera, con grandes ventanales por los que se veía el mar, muy casero. Blanco, madera y manteles a cuadros. Al menos así lo recuerdo yo.
Un verano simplemente había desaparecido y en su lugar estaba un Burger King con miles de poster anunciando whoppers a un euro pegados con celo en el gran ventanal.
Ahora mismo no se me ocurre ningún lugar cuya desaparición me haya escocido, pero sí que hay unos cuantos que se han echado a perder por pequeños cambios. La cafetería de mi facultad, por ejemplo, era un lugar desordenado y acogedor donde le ibas pidiendo sillas libres a los extraños para amontonarte con tus amigotes en torno a cualquier mesa. Luego, con los años, decidieron fijar las sillas a las mesas, y a partir de entonces sólo fue posible sentarse en grupos de cuatro. La atmósfera murió un poco con aquello, ya nunca fue un lugar acogedor.
Rfa.te refieres a la facultad e cienncias de la comunicaióno de la Complu? aunque no era la mía la frecunetaba, y cumple esa decripción. sí, cómo perdió...
sí.. Que el madrid rock se cerrase me ropió el corazón! yo iba siempre a comprar los, pillaba las ofertas en la zona debajo de las escalaeras. Todavia más pena me dioo que ahora sea un Berska...
Echaré de menos también el Palacio de la Prensa(se merece una última proyección a lo grande, como en "La última película" con Jeff Bridges. viva el celuloide!), allí iba con las de mi cole el día de acabar los exámenes.
también al cine Cristal en la calle Bravo Murillo, adonde me llevó una chica que me cuidó una época a ver... "En busca del corazón verde" y me compro unos "chimos"!
por cierto, para los melancólicos de los cines, habéis visto "Goodbye, Dragon Inn" de Tsai Ming Liang? Una peli en y sobre un cine, precisamente el de la infancia del director que decidñio rodarla allí antes de que se echase a perder; sobre el cine en vivo, sobre los espectadores, la sala, la atmósfera.. las relaciones internas entre los empleados del cine, ya sólo 2: el proyeccionista y la taquillera. peli para ver en uno de esos cines, por supuesto. Bonita!!!
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