sábado, 2 de enero de 2010

Las heridas y el código postal.

Madrid.
Hace casi un año Chicoutimi publicó aquí uno de mis posts favoritos de eleganTe chaflán: Home. En él nos contaba que gracias a un taxista, una revista de tendencias y una canción había aprendido algo tan bonito como que el hogar está donde tienes a la persona amada. Totalmente de acuerdo. Pero dado que este blog se escribe con vocación de homenaje a eso que ET llamaba "mi casa", me apetece añadir un nuevo punto de vista. Creo que un sitio también se convierte en hogar, o al menos pasa a ocupar un lugar preeminente de tu biografía, si te haces una herida allí. Como cuando te rompen el corazón adolescente en un pueblo de veraneo y nunca olvidas el nombre del sitio, el olor de la madreselva y hasta la hora a la que tenías que volver aquella noche. Las cicatrices son topografía sentimental, códigos postales grabados sobre el cuerpo. Lo he descubierto después de quitarme las muelas del juicio en un quirófano de Madrid. Ahora, cuando se me van cayendo los hilos con los que me cosieron las encías, los miro sobre mi dedo y tengo la sensación de que pertenezco un poquito más a la ciudad. Con heridas soy más madrileño, qué cosas.

1 comentario:

rinconete dijo...

Es una gran manera de atarse a un lugar para siempre.

Mi mujer sigue hablando con pasión de la colonia de vacaciones a la que iba de chica, y que su hermana vaya uno a saber porque detestó, y siempre al terminar de mencionar aquel paraiso de la niñez agrega que fue justamente en la piscina de la colonia que se quebró ¨este diente¨. Y lo señala.

Por supuesto que Batman irá a esa misma colonia apenas tenga la edad de hacerlo.