lunes, 21 de abril de 2008

El vendedor de regaliz.

Madrid.
En Madrid apenas queda venta ambulante. Creo que la Real Academia de la Lengua debería tomar cartas en el asunto, porque palabras como "buhonero" o "mercachifle" son demasiado bonitas como para que la gente no las utilice. A día de hoy, en la calle sólo se venden películas falsas, collares de lucecitas y pañuelos palestinos para los pijos. Si uno quiere vendedores ruidosos, de ésos que anuncian su mercancía y no se esconden de la autoridad, entonces tiene que irse al Rastro. El Rastro es un mercado dominical que se extiende por el barrio más incómodo de la ciudad, un verdadero sindiós de cuestas imposibles. Cuando yo vine a vivir a Madrid, alguien me prometió que aquí podría regatear los precios y volver a casa con una ganga debajo del brazo. Era mentira, pero no me importa. De vez en cuando salgo a pasear por los callejones donde todavía extienden alfombras de objetos disparatados, y hago fotos como ésta, de los vendedores de regaliz. Ya quedan pocos personajes como éste, tan dignos en su sencillez, y hay que valorarlos.
Esta historia continúa (o comienza, no lo tengo muy claro) en otro blog, Sindrogámico.

5 comentarios:

chicoutimi dijo...

Cuando yo iba al colegio, en la hora del comedor, pasaba un señor mayor (al que le quedaría muy bien llamarle buhonero) con su carrito vendiendo regaliz de palo. Era el acontecimiento del día, siempre. Todos corríamos a por nuestro duro de regaliz, que comprábamos a través de las rejas del cole. Nos pasábamos las horas antes de entrar de nuevo a clase mordiendo y succionando el palo, hasta que se parecía más a un manojo de pelo rubio teñido chamuscado que a ninguna otra cosa.
Hace unos meses, paseando por Murcia, me lo volví a encontrar. Estaba igual de viejo, llevaba la misma gorra y el carrito de regaliz. Por supuesto, me compré mi palo, y me dediqué a mordisquearlo y succionarlo hasta que se quedó en un manojo de pelo chamuscado.

NáN dijo...

¡Pling! Queda inaugurado el chaflán de la nostalgia.

Ante todo, sorprenderme de que a pesar de la juventud de Chicoutimi, ya hay nostalgias que podemos compartir. Cambian un poco, claro, los precios y las ofertas. Consistían en manzana caramelizada de rojo, 30 céntimos, palo de regaliz (en Madrid, cuando venía, recibía el sorprendente nombre de paloluz) 10 céntimos, pelotillas, 5 céntimos. Las pelotillas eran masas de boniato cocido con colorantes. De vez en cuando, me encontraba entre semana con una modeda de 10 céntimos (por algún recado) y mi madre me decía que la gastara en lo que quisiera pero no en pelotillas, que las hacían con esas manos tan sucias que veía. Lógicamente, fui un fan de las pelotillas y cada moneda de diez se convertía en dos de ellas. Solamente una vez fui poseedor de los 30 céntimos para una manzana. ¡Qué desilusión!: el caramelo era duro e insípido, y dentro había una vulgar manzana, las mismas que no quería comer en casa. Supongo que me pasaría días añorando la posibilidad inaudita de haberme tomado seis pelotillas.

chicoutimi dijo...

Hey! Ahora quiero una pelotilla!

rinconete dijo...

Nada mejor que el chaflán de la nostalgia! Me anoto inmediatamente.

Y nada mejor que las manzanas acarameladas del amigo nán para entrar de lleno en el asunto.

Yo las compraba (o me las compraban probablemente) en la puerta del Zoológico. Había un sinfín de vendedores, que ofrecían ¨pirulines¨ de colores (una especie de chupa chups alargados a los que se les quedaba irremediablemente pegado el papel de celofán), galletitas ¨Ortiz¨ para darle a los animales (que eran devoradas mucho antes de llegar a ver el primer elefante) y las famosas manzanas que uno dejaba de lado irremediablemente una vez que terminaba de mordisquear el caramelo.

Creo que siguen existiendo, aunque ahora las evito por miedo a dejar mi dentadura postiza en el intento.

Alis dijo...

El aspecto y el nombre (paloluz para mí, nada de regaliz) de esta extraña golosina, junto a su aspecto arbóreo, llevó a más de uno y a más de una a un buen dolor de barriga: ¿por qué no iba a poder yo fabricar mi propio paloluz echando mano de los árboles de mi cole?