Liverpool
Una de las cosas de las que se enorgullece Liverpool (y con razón) es de ser la ciudad británica con mayor número de museos y galerías de arte, después de Londres. Y también pueden sentirse orgullosos de que la mayoría (o incluso todos, hasta donde alcanza mi conocimiento) sean gratuitos.
Entre ellos se encuentra la Tate Liverpool (una de las cuatro galerías Tate del Reino Unido), dedicada principalmente al arte moderno y contamporáneo, y en la que hasta principios de abril se puede visitar la exposición "The twentieth century. How it looked and how it felt", gracias a la que he descubierto a Mona Hatoum, una artista polifacética cuyas esculturas producen un desasosiego sutil pero incisivo. Como ejemplo os traigo esta silla de ruedas, fría, hostil, y que provoca un escalofrío cuando se la mira con más detenimiento.
Mona Hatoum es una artista comprometida, política y feminista, pero, sobre todo, marcada por el exilio: ya era una refugiada al nacer, pues sus padres, palestinos, tuvieron que emigrar a Beirut. Más tarde, la guerra civil libanesa la sorprendió de vacaciones en Londres, y ya no volvió nunca a casa.
Hatoum, en sus esculturas, convierte objetos domésticos en elementos inquietantes; el hogar dejó de ser el lugar en el que sentirse feliz y seguro, es algo ajeno y extraño, una prisión, una amenaza. Una desoladora realidad de muchos desplazados, y especialmente, de muchas mujeres.
domingo, 27 de enero de 2008
La extrañeza de lo cotidiano
a las
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domingo, 20 de enero de 2008
La ciudad global
En su último libro, The life and times of the thunderbolt kid, Bill Bryson recuerda y homenajea la ciudad de su niñez, Des Moines -Iowa- en los años 50, y además de ofrecernos multitud de momentos divertidos, nos deja este nostálgico final, que no ha podido pasar por alto en eleganTe chaflán, cuya razón de existir es compartir lo que hace a nuestras ciudades únicas y especiales [el libro está en inglés, así que me arriesgaré con una traducción un poco libre]:
"Desde luego, buena parte del Des Moines en el que crecí ya no existe. Los viejos cines del centro fueron los primeros en desaparecer [...] Ahora, si quieres ver una película tienes que conducir a las afueras, al centro comercial, donde podrás elegir de entre una docena de películas, pero siempre en una pequeña pantalla [...]
Todas las tiendas del centro cerraron una a una [...]
Así funciona el mundo, por supuesto. Nos deshacemos de nuestras posesiones. La vida sigue. Pero a menudo pienso que es una pena que no hayamos mantenido las cosas que nos hacían diferentes y especiales en los 50. Imagina esos cines palaciegos del centro, con sus enormes pantallas y decoración egipcia, pero reavivados con excitante sonido Dolby y brillantes animaciones por ordenador. Imagina tener todos los establecimientos en el corazón de la ciudad, sintiendo el aire fresco y la luz del día al pasar de uno a otro [...]
Ése sería un mundo maravilloso."
Seguro que todos echamos de menos algún local que contribuyó a nuestra felicidad en algún momento, y cuya desaparición era algo inconcebible hace años. Hoy quizá sea una inmobiliaria, una oficina bancaria, o quién sabe, incluso un nuevo sitio especial.
a las
20:15
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martes, 15 de enero de 2008
Avistamiento II
Berlín.
Ich liebe dich - I love you too
Música: You better go now - Billie Holiday
Lugar de avistamiento: Treskow Brücke (Edisonstrasse, Berlín).
a las
18:48
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Etiquetas: avistamientos, Berlín
lunes, 14 de enero de 2008
Liverpool 2008
a las
16:15
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martes, 8 de enero de 2008
Los tejados de Madrid.
Madrid.
Madrid tiene fama de pueblo grande, y no es una fama infundada. Entre otras cosas, porque tiene más tejados que azoteas. Esta fotografía, por ejemplo, es una imagen de los barrios del centro, justo detrás de la Gran Vía. Son barrios de callejones y cuestas, con iglesias escondidas y alguna que otra plaza dispersa entre los edificios viejos. Los nombres de estos barrios y estas calles, además, ostentan la contundencia y la sencillez del casticismo más inveterado: Malasaña, Luna, Barco, Madera o Desengaño. Siempre he pensado que esos nombres tienen resonancias literarias, caprichosas, más propias de un pueblo pequeño que de una capital. Y me encanta perderme en paseos distraídos para leer las placas de las calles. En la foto, por supuesto, no se identifican los lugares, pero he querido que sea lo suficientemente grande como para que cualquiera pueda pinchar en ella y mirar bien el panorama. Y de paso, todo el mundo está invitado a describir el techo de su ciudad. ¿Antenas? ¿Cúpulas? ¿Helipuertos, quizás? Por muy poco que frecuentemos nuestras alturas, estoy convencido de que dicen mucho del lugar donde vivimos. O al menos, de cómo lo vemos nosotros.
a las
17:43
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Etiquetas: Lugares comunes, Madrid