viernes, 8 de mayo de 2009

La casa en el cielo

Buenos Aires
Desde chico me fascinó. La descubrí un día que paseaba por el centro, casi invisible detrás de unos carteles publicitarios. Tuve la impresión de haber encontrado la isla flotante de Lemuel Gulliver o la caverna secreta de Robinson Crusoe. El encanto se diluyó un poco frente a la tibia reacción de mis amigos, que desconfiaban de su existencia o mucho peor, se desentendían de ella.

Durante uno de esos kilométricos almuerzos de domingo, un tío me contó que se trataba del famoso chalet de la casa Díaz, una mueblería que había conocido su momento de gloria en los años cincuenta.

Recién ahora supe la historia del chalet construído sobre un edificio por el señor Díaz, self made man y fundador de la empresa homónima. Fascinado, como yo con su casa, por un chalet más o menos normando que vió en Mar del Plata decidió construirse uno en lo alto de su mueblería. No tenía otra razón de ser que la de evitarle tener que volver a su casa, ubicada en las afueras de Buenos Aires, para almorzar y dormir la siesta. Podía accesoriamente mirar su imperio desde arriba.

Nada sabemos de la señora Díaz, si cultivaba geranios en su jardín celestial o colgaba la ropa en una soga sobre la 9 de julio. Si eligió con amor la vajilla y el color de las cortinas del bow window o si prefirió alejarse con prudencia del castillo en el aire de su marido.

9 comentarios:

Chino dijo...

Que chulada, la casa y su historia.

NáN dijo...

Es de caerese de culo: la casa de Heidi sobre un edificio.
Como Chino, me gusta la casa y cómo has contado la historia.

El final, dedicado a la Sra. Díaz, es de traca.

rinconete dijo...

Chino
Muchas gracias. La casa es realmente chula.

NaN
Anoche mi mujer me explicó el concepto de traca que no conocía. Me encanto, sobre todo la traca final que creo que se aplica a los fuegos artificiales.
La palabra traca es de traca.

Saludos,
r.

Rfa. dijo...

Como diría Chicoutimi, me en-can-ta.
A mí me pasa algo bastante parecido con otro sitio de Madrid. Parecido pero completamente distinto, porque en vez de una casa, lo que yo miro con envidia es una azotea. Está en la calle de San Bernardo, a siete metros y medio de la Gran Vía. Allí hay un banco que sólo tiene una planta, rodeado de edicios con doscientas. Y yo siempre que paso me imagino que sería infinitamente feliz si pudiese instalar encima mi tienda de campaña e invitar a mis amigos a una barbacoa. Como los Beatles en aquel tejado de Apple, pero con olorcito a carne y a pimientos.

chicoutimi dijo...

Vaya, Rfa, me has pisado el comentario!! ;-)

Pues sí, tanto la casa como la historia son cañeras. Y estoy pensando que, como nosotros tampoco tenemos tiempo de ir a casa a comer, igual podemos conseguir que nos den permiso para construirnos una casa en la terraza del hospital...¿colará?

Rfa, una entrada para esa azotea ya!

rinconete dijo...

Lo siento rfa. pero te debes a tu público. Como dice chicoutimi, una entrada para esa azotea ya! (y que sea cañera, otra palabra fabulosa).

El otro día estuve paseando con google earth por los lugares donde viví. El programa te permite no solo ver mapas o fotos aereas sino que en algunos casos también ofrece fotografías de las fachadas, así que podés mirar los edificios girando a 180º.

Te propongo que hagas lo mismo y que tu entrada sea ese recorrido.

Anónimo dijo...

¿Cómo es que no pululan más casas de ese estilo? Mmmmm, empiezo a soñar...

rinconete dijo...

Hola Magapola

No estaría nada mal, no?

Anónimo dijo...

Qué interesante Rinco !Nunca lo ví y mire q cada vez q ando por ahí, estoy mirando todo con las fascinación y la nostalgia de porteña exiliada