Madrid.
El quince de mayo es el día de San Isidro Labrador, patrón de Madrid, y los madrileños se van a la pradera para beber el agua milagrosa de su fuente. Según la leyenda, el bueno de Isidro pegó con su hazada en el suelo y empezó a brotar agua. Yo, la verdad, no me lo creo mucho porque en el fondo este señor era un poco vago. Las mismas leyendas que cuentan el milagro del agua dicen que él nunca trabajaba, que se dedicaba a rezar mientras dos ángeles conducían sus bueyes con el arado. ¿Cómo voy a creerme entonces que picase en el suelo? Otra maravillosa paradoja es que, en realidad, el agua de la fuente se puede beber todos los días del año. Y sin embargo, la gente sólo forma colas inmensas el quince de mayo. Supongo que deben de creer que funciona mejor cuando toca festivo. Yo he ido varias veces, pero nunca he bebido: la fuente me da un poco de yuyu porque nace justo al lado de un cementerio. Por suerte, San Isidro tiene un montón de historias estupendas donde el agua es protagonista. Mi favorita es la del día que le contaron que su mujer, Santa María de la Cabeza, se la estaba pegando con unos pastorcillos. El pobre San Isidro, cuando se vio con los cuernos en la cabeza, debió de sentirse tan idiota como sus bueyes. Pero Dios, que disfruta lo mismo creando entuertos como resolviéndolos, obró un milagro: hizo que Santa María de la Cabeza caminase sobre el agua. Como todo el mundo sabe, si caminas sobre el agua no puedes ser adúltera, así que los rumores sobre las juergas de Santa María se acallaron al instante. Curiosamente, ese mismo río es el que da de beber a los madrileños en la actualidad. O sea, que en el fondo todos estamos sobreprotegidos, bebamos o no bebamos de la fuente milagrosa. ¿No es fantástico?
jueves, 15 de mayo de 2008
La fuente milagrosa de San Isidro.
Publicado por
Rfa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
La caminata sobre el agua como método de verificación de fidelidad me parece algo drástica.
Si pudiera elegir preferiría el sistema alternativo, la mentira piadosa, que tanto ha hecho por la felicidad conyugal.
Excelente foto.
Entonces, ¿debemos desconfiar de aquellas parejas que no caminen sobre el agua? Porque hasta donde yo he visto, todas mis parejas se han regido a rajatabla por el principio de Arquímedes. ¡Maldita física! (O: ¡maldita presunción de monogamia!)
Tantos años como isidra para no saber nada de mi patrón! Es una historia curiosa, la verdad, pero planteó un precedente peligroso. Tenemos que obrar milagros para merecer confianza? Creo que la confianza en la pareja es una elección personal para la que no se pueden ni deben pedir pruebas o argumentos.
Así que tranquilidad, Yusef, y sigue optando por el prejuicio positivo de partida, que si no, vamos muy mal.
A mí me parece muy creíble: es el peso de la culpa lo que nos sumerge. Los obispos (nuestros pastores) lo han sabido desde siempre.
No tenía ni idea de las historias que nos cuentas.
¿Y él, caminó sobre las aguas o se hundió como un miserable? Jajaja.
Publicar un comentario