martes, 18 de diciembre de 2007

Objetos encontrados

Buenos Aires
Hace unos días una amiga me comentó que había visitado la oficina de objetos perdidos del subway de Londres y había quedado azorada. Entre los infinitos objetos expuestos había incluso una maravillosa cartera Gucci.

Al parecer, pasado un cierto tiempo, el subway se dedica a vender su tesoro a través de un catálogo digno de Sotheby’s en el que se destaca el paraguas como artículo estrella, objeto hecho para ser perdido.

Recordé que los paraguas eran también mayoría en la oficina de objetos perdidos del metro de Paris donde fui a buscar y sorprendentemente encontré, unos guantes extraviados. En Francia los objetos no se pierden sino que se encuentran (la foto adjunta es la de un maravilloso libro, inventario fotográfico del Service des Objets trouvés - 36, rue des Morillons ).

Siempre me fascinaron los paraguas. Conforman un círculo casi secreto al que uno accede el día que compra su primer (y presumiblemente único) paraguas. Al poco tiempo, inevitablemente, uno lo pierde y casi inmediatamente, de manera milagrosa, recibe otro a cambio, olvidado por otro miembro del círculo en la oficina, en nuestra casa o en un café. La llegada de los paraguas chinos, con sus precios ridiculamente baratos incentivaron el circuito pérdida-recupero al aumentar la desidia de sus dueños.

Las oficinas de objetos perdidos u objetos encontrados de cada ciudad son el necesario fuelle para que el círculo secreto pueda continuar funcionando armoniosamente.

10 comentarios:

Rfa. dijo...

No estoy seguro de que en Madrid tengamos una oficina de objetos perdidos. Lo que sí que sé es que cuando me vine a vivir aquí había un centro comercial para objetos decomisados, que son los que la policía le quita a los delincuentes. Durante años también corrió el rumor de que cualquier objeto perdido (o más bien robado) se podía encontrar en El Rastro, el mercado de trastos. Yo nunca lo he visto, pero tampoco me he atrevido a preguntar a los buhoneros que se colocan en las esquinas. Contrariamente a las reglas del buen comerciante, suelen tener cara de malas pulgas.

rinconete dijo...

En Buenos Aires cada tanto en la calle se pueden comprar camisas, calculadoras, porta-CD o cualquier otra mercadería ¨caída del camión¨. Un eufemismo para todo aquello que no ha pasado por la aduana y que el vendedor insiste en presentar como material decomisado.

Los falsos polos Lacoste tienen mucho predicamento en ese segmento comercial.

Fran Invernoz dijo...

Para mí el paraguas es un objeto diabólico, porque se dobla con el viento, cuando no se rompe, y siempre tienes que estar pendiente de no perderlo. He perdido muchos paraguas, algunos valiosos para mí porque les tenía un cariño especial por haberme protegido de la humeda frialdad de la lluvia.

mikto kuai dijo...

Yo tuve una época en la que odiaba los paraguas, quizás porque en Madrid la lluvia se prodiga muy poco y porque sus aceras son pequeñas y un paraguas es como algo gigante e incómodo para los viandantes que cruzan al lado de él. Sin embargo ahora he perdido ese odio un poco irracional y me parece un invento estupendo, sobre todo si vives en lugares donde la lluvia es casi como el respirar (y no es mi caso que en Berlín no llueve tanto como lo pueda hacer en Londres por ejemplo).

En cualquier caso creo que, como con la mayoría de las cosas, el buen paraguas, el que necesita de una inversión más allá de los diez euros, debe ser el elegido, estos que regalan los bancos, o los que venden a la salida del metro son infames, recuerdo uno que, después de una lluvia de impresión, fue derecho al cubo de basura, y como ese llevo ya unos cuantos.

Y hablando de las oficinas de objetos perdidos, tienen algo especial, algo de novela, de cuento, sobre todo si no has visitado nunca una como es mi caso y sólo las conoces de oídas.

Alis dijo...

Me encanta la poética que le encontráis a las oficinas de objetos perdidos. Y me parece maravillosa la idea de hacer un catálogo de sus fondos, como si fueran el museo más casual, el mayor y más perfecto ready made posible. ¡Me quedo con la idea, gracias!

NáN dijo...

Yo sigo teniendo la época en la que odio los paraguas. Por las mismas razones que Mikto Kuai, a la que añado que casi siempre leo en el metro, por lo que necesito dos manos libres. Ayer me compré una gorra de lluvia muy barata, 6 €, en la Plaza Mayor, y como mi único problema es que la lluvia no me moje las gafas, mi paraguas, uno caro de Pierre Cardin que me compró L diciendo que así no lo perdería (¡acertó!), espero que se convierta con el tiempo en un object trouvé que sirva para algo hermoso.

Soy un adorador del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, que empecé a visitar al poco de inaugurarse, convirtiéndose en una especie de isla en aquella España bruta que viví. Pero hace años encontré el Museo de Objetos Encontrados de Antonio Pérez. Completa la visita a la pequeña ciudad: no os lo perdáis. Me imagino a Alis disfrutando de cada pieza.

rinconete dijo...

Como mikto kuai y martín bolivar antes y nán ahora, yo también detesté los paraguas. Nunca logré conservar uno más de una ida (nunca una ida y vuelta) y al parecer esa desatención generó el odio de toda la especie. Cada vez que intentaba ingenueamente caminar en plena lluvia entre gente con paraguas, estos se vengaban golpeandome con sus filosas puntas.

Con el tiempo dejé de perderlos y opté por mojarme. Eso mejoró mi situación, ya no hubo resentimiento y dejé de recibir golpes.

Recíprocamente y de a poco, dejé de odiarlos.

Rfa. dijo...

Yo, como tampoco uso paraguas, soy un tipo pegajoso. La lluvia se me escurre por la cara arrastrando el pegamento de la gomina, y cualquier objeto volador se me puede quedar pegado a la cara. Una vez que sopló viento me perdí volviendo a casa, porque se me quedó pegada una hoja de plátano en la nariz que no me dejaba ver.
Respecto a la visita a Cuenca que recomienda NàN, completamente de acuerdo. El museo de Antonio Pérez es uno de los lugares más aptos para alucinar.

rinconete dijo...

Acabo de leer que ¨El museo inacabable de Antonio Pérez nació en los bolsillos de su pantalón¨. Es una gran presentación.

Como a alis la poética de los objetos perdidos a mi me encanta la relación entre un bolsillo y el infinito.

Felices fiestas a todos.

r.

María Rogel (Lapor) dijo...

me encanta este leyendila! tiene su toque Amelié del photomaton.
sabes cuál es mi paragüas favorito? el de lluvia de hombres de Magritte, sire me ha hecho gracai peor nunca lo he llegao a tener, supongo que por el miedo a.. uhmmmm. ejeeemmmmm, perderlo.
y es que todo lo MADE IN CHINA se pierde y suple con una facilidad espasmosa.