sábado, 13 de diciembre de 2008

El relevo

Buenos Aires

Hace algunos años el joven gerente de una empresa de servicios local quiso brillar. Hacía poco tiempo que vivía en Buenos Aires, enviado desde Paris para poner algo de orden en la anarquía administrativa heredada de tantos años de manejo público. Lo que más lo perturbaba era la multiplicidad de formatos de papel que se manejaba dentro de la compañía. Circulaban memos en Carta, planillas en Oficio, presentaciones en doble Carta y faxes en A4. Frente al descalabro hizo lo que todo francés hubiera hecho en su lugar: redactó una directiva.

A partir de la fecha de la misma, la empresa no aceptaría otro formato que no fuera el A4. Se enviaron centenares de copias del documento a todas las dependencias, oficinas y subgerencias con orden estricta de lectura y cumplimiento. El joven gerente sintió, por primera vez en su corta estadía en la ciudad, que acababa de marcar un punto en la desigual batalla contra el caos.

Por supuesto, la nota salió en formato Oficio.

La propuesta de su secretaria de recuperar todos los ejemplares de la directiva y reemplazarlos por un nuevo documento en el formato adecuado, solo consiguió acrecentar aún más su desamparo. Fue en ese preciso instante que percibió el enorme poder del enemigo y que decidió, como aquel impetuoso oficial romano de Asterix en Córcega no innovar, disfrutar de la ciudad y esperar el relevo.