sábado, 26 de abril de 2008

Humo



Buenos Aires

Al Gore tiene razón, el mundo va camino a su perdición. Día a día podemos observar nuevos cambios, alertas inminentes. Sin ir más lejos, ya casi no se consigue helado de pistacho, un clásico de las heladerías hasta no hace mucho. El servicio meteorológico, antaño una autoridad indiscutible, hoy nos inspira la misma confianza que un telemarketer intentando vendernos un tiempo compartido o una tostadora. Ya no hay invierno nos dice el taxista y por una vez, le creemos.

La catástrofe es inminente. Los signos son inequívocos, basta con caminar por la calle. Desde hace varios días Buenos Aires se ha transformado en una gran nube de humo. Ya no se consigue colirio en las farmacias y los más avezados han empezado a stockear barbijos. La causa de la calamidad es clara, por decirlo de alguna manera. Miles de hectáreas de pasto quemado. Las razones de esa quema no son tan claras y varían de acuerdo al interlocutor elegido. El taxista sostiene que la quema es tan vieja como el campo y que este año falló el viento (este es uno de los pocos lugares del mundo en donde el viento puede fallar). El vendedor de diarios argumenta que los responsables son los mismos dirigentes rurales que pararon el país hace unas semanas mientras que los más imaginativos pregonan que es una operación encubierta del gobierno para culpar a los dirigentes rurales y algunos místicos consideran que todo esto no es más que el justo castigo de Dios por vaya uno a saber que actos lujuriosos y esperan con aprensión la lluvia de fuego y nuestra inmediata transformación en estatuas de sal.

Aunque quien sabe, tal vez Al Gore, el taxista y los místicos estén equivocados y la razón, el verdadero sentido de todo esto haya que buscarlo en los incombustibles Plateros:

Cuando una llama encantadora muere,
el humo entra a tus ojos.
El humo entra en tus ojos.

jueves, 24 de abril de 2008

Defensores


Liverpool

Otra vez me salgo de la idea original del blog. O igual no.
Hablamos de ciudades, y desde nuestros cuatro pequeños chaflanes repartidos por el mundo, al final hablamos también de éste. Pero hay un montón de chaflanes que no tienen voz, o se la callan a cada palabra.

Acabo de recibir la información de esta exposición online de Sofía Moro para Amnistía Internacional, y mientras la leía sentía que no me la podía quedar para mí sola. Las historias de estas personas, y sus caras, merecen ser conocidas, porque nos redimen a todos.

No diré que en nuestras ciudades todo es perfecto, pero comparativamente somos unos privilegiados por habernos tocado vivir donde lo hacemos, porque podemos expresar lo que pensamos y sentimos con total libertad. Así que voy a invitarles a mi ciudad. Se lo debo; soy tan cobarde que probablemente nunca me atreva a comprometerme más.

lunes, 21 de abril de 2008

El vendedor de regaliz.

Madrid.
En Madrid apenas queda venta ambulante. Creo que la Real Academia de la Lengua debería tomar cartas en el asunto, porque palabras como "buhonero" o "mercachifle" son demasiado bonitas como para que la gente no las utilice. A día de hoy, en la calle sólo se venden películas falsas, collares de lucecitas y pañuelos palestinos para los pijos. Si uno quiere vendedores ruidosos, de ésos que anuncian su mercancía y no se esconden de la autoridad, entonces tiene que irse al Rastro. El Rastro es un mercado dominical que se extiende por el barrio más incómodo de la ciudad, un verdadero sindiós de cuestas imposibles. Cuando yo vine a vivir a Madrid, alguien me prometió que aquí podría regatear los precios y volver a casa con una ganga debajo del brazo. Era mentira, pero no me importa. De vez en cuando salgo a pasear por los callejones donde todavía extienden alfombras de objetos disparatados, y hago fotos como ésta, de los vendedores de regaliz. Ya quedan pocos personajes como éste, tan dignos en su sencillez, y hay que valorarlos.
Esta historia continúa (o comienza, no lo tengo muy claro) en otro blog, Sindrogámico.

jueves, 17 de abril de 2008

Metropolitan Cathedral


Liverpool

Liverpool tiene dos catedrales, la anglicana y la católica (también llamada metropolitana), que están unidas por una calle de oportuno nombre, Hope Street. Las dos son bastante imponentes, en estilos muy distintos, y merecen la pena ser visitadas cuando se viene a Liverpool. Además, se da el caso curioso de que la anglicana fue proyectada por un católico, y la católica por un anglicano. Viva la armonía entre confesiones!


La catedral católica es más moderna y llama la atención por su poca ortodoxia; se llama Iglesia de Cristo Rey, y de hecho su forma recuerda a una corona. Yo no sé mucho de arte, pero hasta donde alcanza mi conocimiento, las catedrales suelen tener planta de cruz. Ésta no; también es redonda por dentro, como si en lugar de celebrar el sacrificio de Cristo hubieran preferido celebrar su triunfo. Eso suena bastante positivo, si no fuera porque dentro la catedral cuenta con algunas capillas e imágenes que dan un poco de miedo, siguiendo esa tendencia católica de educar a los fieles en el temor de Dios.

Si venís a visitarla algún día, fijaos en la serie de estatuas colocadas en las paredes, que constituyen un Vía Crucis que pone los pelos de punta, pues todos los personajes parecen esqueletos vivientes.

Con independencia de la confesión (o aconfesión) de cada uno, es un lugar que merece la pena conocer.

domingo, 6 de abril de 2008

Fiesta del espacio.

Berlín.
¿Dónde podrías asistir en la Tierra a una fiesta del espacio, con aliens y robots, en una atmósfera de buen rollo y carente de prejuicios, en un sitio chulísimo al lado de un gran río en el centro de una gran ciudad, pagando por entrar seis euros y si vas disfrazado tres, con buena música y gente con ganas de bailar y pasarlo bien?, pues por ejemplo ayer en Berlín. Esta ciudad es difícil de creer. La voy a echar muchísimo de menos.


martes, 1 de abril de 2008

Losing my religion

Liverpool

Leyendo una estupenda revisión de la discografía de R.E.M. con motivo de su último disco, "Accelerate", me ha venido a la cabeza un anuncio que ponían aquí en televisión hace unos meses. Es de un programa de radio de la BBC 2 conducido por un tipo polifacético llamado Russell Brand, que aquí al parecer es bastante conocido (aunque no por mí, he de confesar). Como el anuncio me gustaba mucho, hoy lo comparto con vosotros.