lunes, 28 de junio de 2010

Diseño Urbano 06

Lima, Perú.

Barranco, 12 h. (26 de mayo de 2010).



sábado, 5 de junio de 2010

Como Dios manda

Buenos Aires

Un amigo me contó que siendo adolescente, en plena dictadura militar, después de jugar al fútbol con unos amigos intentó tomar un colectivo para volver a su casa. El chofer, indignado por sus pantalones cortos, se negó a llevarlo y lo hizo bajar.

Una tarde, también en aquella época, mi tío volvió a casa tan indignado como el colectivero. Tardé un rato en entender el relato que nos hizo, entrecortado de insultos furiosos. Había visto a una pareja de adolescentes besándose en el banco de una plaza. No hizo falta mucho más que eso para que mi tío, un ciudadano modelo, se atreviera a amenazar físicamente al enamorado, que huyó despavorido junto a su amiga.

Mi hermano, a finales de la dictadura, decidió acostarse sobre el pasto de la plaza Francia a tomar sol. Un patrullero frenó ruidosamente a unos metros y un oficial que consideraba que no tenía tareas más imperiosas para hacer, le gritó que se abrochara la camisa.

Es improbable que la junta militar haya establecido códigos urbanos específicos para impedir tomar un transporte público en pantalones cortos, besarse en una plaza o abrirse la camisa para tomar sol. De eso se ocupaban las ligas menores, los ciudadanos decentes, esos que definen el sentido común, el hacer las cosas como se debe o mejor, como Dios manda.

Se ha escrito mucho sobre los grandes estragos de la dictadura, sobre sus calamidades sangrientas. Mucho menos sobre el día a día de ese tenue fascismo.




Foto de Roberto Pineda